cine

Descubriendo cómo se hizo ‘Trolls 3: Todos Juntos’ desde Abbey Road

A principios de 1969, The Beatles cruzaron el paso de cebra de Abbey Road mientras se hacían una fotografía que marcaría para siempre la historia de la música. Cómo se pensó no tiene nada de épico, ni creativo: rechazaron llamar Everest a su disco porque no querían ir a Nepal a retratarse para el álbum —aunque el nombre no venía por el alto monte, sino por la marca de cigarrillos—, y cuando se les preguntó que dónde se harían la sesión, Paul McCartney respondió que “en la calle de enfrente”. Una sencillez poco conocida que convirtió el número 3 de Abbey Road en un lugar de culto para fans de todo el mundo.

54 años después, estos estudios siguen en plena forma recibiendo artistas internacionales para grabar sus discos; aunque lo que no todo el mundo sabe es que también es donde se han grabado multitud de bandas sonoras que a día de hoy siguen recordándose en la historia del cine. Y LOS40 estuvo allí para ver cómo se hacía lo propio con Trolls 3: Todos Juntos.

No es ningún secreto que el cine de animación siga encajonándose en un target meramente infantil, solo ampliando el margen de edad cuando son los padres los que van arrastrados a las salas de cine. Pero lo cierto es que, como dijo Guillermo del Toro, la animación no es un género, sino un medio capaz de trasladar historias de lo más trascendentales a cualquier tipo de audiencias. Y la saga de monstruitos más famosa de Dreamworks lo corrobora.

Tal y como una foto tan simple nacida de una improvisación como la del disco de los de Liverpool terminó siendo un objeto de culto para muchos, con Trolls sucede lo contrario: el proceso para llevarla a cabo es mucho más complicado de lo que a priori parece. Y en eso se incluye toda una sesión de grabación con una orquesta para la secuencia final de la película en Abbey Road, justamente en el estudio contiguo que los Beatles utilizaron para grabar Here comes the sun.

Dentro de Abbey Road con Trolls

Antes de entrar en el estudio 2 de Abbey Road pasamos por un pasillo repleto de pósters de películas como Thor: Love and Thunder o Jurassic World: El Reino Caído, donde Bayona ya da pistas de cómo es grabar allí con un autógrafo dando las gracias. De puertas para dentro, la cabina sigue concentrada en su sesión mientras los instrumentos de viento suenan. En una pantalla, una secuencia —no haremos spoilers— de lo que parece una escena final. Aunque aún con una animación sin acabar.

Allí nos esperan Walt Dohrn, Tim Heitz y Gina Shay, director, co-director y productora de la película, dispuestos a revelar cómo Trolls 3 tiene mucho más trabajo del que parece, empezando por la presión de hacerlo bien: “Queríamos ser cohesivos con lo que el público ya conoce, pero también queríamos ir más allá”, comienza Dohrn.

“La historia va primero. Empezamos pensando, ¿cómo contamos la mejor historia? Podemos, pero creo que esta presión también va acorde a la música. ¿Cómo darle a la audiencia, que están emocionados con el estreno, lo que esperan; pero también más allá de eso?” le sigue Heitz, que enseguida encuentra respuesta: “Es la clave de una buena secuela. Tenemos que hacer evolucionar a los personajes, verlos crecer con el tiempo. Pero también darle algo nuevo a los espectadores”.

Para los que hayan seguido la saga de cerca, saben que ese camino ya estaba en marcha. Con el inicio de esta tercera parte se confirma que Poppy y Branch son pareja, cerrando el marco de enemies-to-lovers que iniciaron en la primera —hay que recordar que el pequeño Troll se recluía en una caverna subterránea por la felicidad extrema de la protagonista—; aunque también funciona por separado. Para empezar, ni Branch es ya ese pequeño amargado que huía del amor, ni Poppy no es esa idealista que arreglaba todo cantando; porque a pesar de sus diferencias han sabido crecer.

De hecho, esa es una de las claves que más diferencian la ya ahora trilogía: “Una de las cosas que más me gusta de esta película es que realmente se apoyan mutuamente. No hay un momento en el que se enfaden y se separen para luego volver a juntarles, se trata más de reflejar a una pareja que se cubre las espaldas y que cada vez es más cercana”, comenta Tim. Mientras Theodore Shapiro —compositor de la banda sonora— manda repetir la pieza a la orquesta, no hay ningún tipo de debate entre la relación de los dos personajes protagonistas. Siempre es curioso que una película mayoritariamente dirigida a un público infantil se atreva a enseñar una relación romántica, o mejor dicho, una relación alejada de cualquier tópico alejado de toxicidad.

Una evolución a prueba de niños

Es evidente que los niños son el principal público de la saga, aunque bajo la marca de Dreamworks nunca se deben dar cosas por supuesto. También Shrek pensó conquistar a los nacidos en 1995, y sigue enamorando a espectadores nacidos más allá de 2020. Tenga la esencia de la casa o no, tanto los directores como la productora tienen muy claro que aun así, los más difíciles de convencer son siempre los pequeños de la casa. Por ello van con la estrategia Harry Potter.

Si el pequeño mago de Hogwarts hubiera mantenido su tono inocente en los siete libros, tal vez hubiera cosechado el mismo éxito, aunque no hubiera perdurado en el tiempo. La mejor decisión de J.K. Rowling fue hacer crecer a Harry junto a sus lectores, algo que también se ha decidido seguir en Trolls 3“Hemos trabajado en madurar la historia a la vez que los que vieron la primera película de Trolls. Ahora son adolescentes, algunos quizá estén empezando la veintena. Hemos crecido todos a algo más profundo, atrevido y con lo que se pueden identificar”, cuenta su productora.

No nos confiesan si es este el motivo por el que la música de las boybands, que siempre ha sido tan aplaudido por adolescentes, tiene algo que ver; aunque aseguran que sigue siendo un producto que los niños disfrutarán… Y que ha sido ideada de forma “sofisticada” para los adultos. “Exploramos las relaciones entre hermanos, así que cualquiera que tenga un hermano o una hermana se verán representados. Incluso si no los tienen, exploramos qué se siente en muchas situaciones. Hemos incluido a todo el mundo”, prosigue Gina.

Música, maestro

Pero si hay algo que entienden todas las generaciones es la música, algo que sí puede ser uno de los ingredientes clave para el éxito de la franquicia. Los tres coinciden en que dirigir un musical no es sencillo, aunque después de la experiencia de la trilogía no lo cambiarían, pues parecen haber dado con el mejor truco para sacarlo adelante: un sinfín de horarios y planificación con el que poder acotar una narrativa que se mueve a través de la música, y no al revés.

“Debemos sentir dónde necesita vivir una música, dónde necesita vivir una canción. Puede parecer que estás pasando demasiado tiempo sin tener un número musical, tal vez necesitemos ajustar una escena o tal vez simplemente estemos pasando demasiado tiempo en un solo lugar. Quizá podamos superar un momento más rápido, o tal vez solo se necesite una canción para ayudar a mejorar esta parte de la historia”, dice Gina sobre los retos que se presentan en el proceso de creación, aunque tiene muy claro que “es divertido salir de la narrativa lineal”. Walt, por su parte, decide catalogarlo como “un buen puzzle”.

Pero pese a que durante la entrevista no cesan los acordes de cuerda de fondo, su banda sonora es de lo más conocida por sus aportaciones venidas del pop. Meses previos a su estreno, revelaciones como la incorporación de temas de Lizzo o NSYNC han sido de lo más comentado en redes sociales, aunque se las llevan a su terreno de la mejor manera posible, “Amamos esa parte del proceso: retorcer y reescribir las canciones para que sean bromas o partes de la emoción. El proceso es divertidísimo”, confiesa Walt.

Pero, ¿cómo las eligen? ¿Hay algún patrón? “Es duro. Pero todo viene de la propia historia. De repente Tim dice “sería divertido tener aquí una canción que despuntara”. Y le decimos que OK, ponemos una canción. Hacemos listas, trabajamos muy a mano con Universal. El departamento de música nos da listas, aunque también tenemos las nuestras. Gina también hace grandes aportes. Probamos mucho. Y sirve para conectar con la audiencia”, responde Walt. También alaban las licencias, aunque no pueden evitar reírse cuando piensan en lo caras que son.

Canciones de Cindy Lauper o incluso de Simon & Garfunkel están presentes en la primera película; mientras que Daft Punk o Heart también se pueden escuchar en la secuela. Los motivos son evidentes: es un método de conexión con sus espectadores, sobre todo porque conocen los temas por mucho que los reiventen. Es, para ellos, la mejor manera de conectar; aunque también tienen pueden presumir de haber contribuido a la música por sus propios medios.

La cantera de éxito Trolls

Desde 2016 hay un tema que resuena en radio, fiestas y playlists de todo el mundo, Can’t stop the feeling. Por mucho que se haya cantado y bailado, el origen del tema de Justin Timberlake vio la luz mientras su Branch iba a rescatar a sus amigos de las garras de los Bergens, en la primera película. “Sabíamos que era un éxito desde la primera vez que la escuchamos. Estábamos sentados, Justin la puso y tuvimos claro que era un exitazo”, cuenta Walt, añadiendo que “tenía un poco de los Jackson 5, de los Bee Gees. Era moderna, contemporánea. Sí, tenía todos esos elementos, y sentimos que mucha gente la iba a disfrutar”.

Cuando hablan del hit que resultó ser el tema de Timberlake se miran con cierta complicidad, como si en Trolls 3 aguardase pacientemente un temazo a la espera de resonar en todas las partes del mundo. “Tenemos varias canciones que podríamos considerar un hit en esta película, eso seguro. Hemos apostado mucho por el pop, ya sea para los villanos o para la familia protagonista”, cuenta Walt. No es ningún secreto que BroZone —la boyband de la que formaba parte Branch en el pasado— tiene una inevitable comparación con NSYNC, mientras que los malos de la película tienen referencias a las divas pop de finales de los 90. “Lady Gaga es siempre un referente”, asegura.

Exit mobile version